A continuación un artículo que tiene relación con la venta de islas y costas de Panamá. Véase párrafos 6 y 7.
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Última semana de abril de 2006. Acto cultural de clausura del segundo Congreso Mesoamericano de Áreas Protegidas celebrado en Panamá. En el escenario de la sala de clausura del evento, Rómulo Castro con su grupo musical Tuira. Ejecutan dos canciones. Para la tercera pieza, llaman al escenario al mentor de dicho grupo: Rubén Blades. Se aparece como siempre, informal, con una gorra. Un par de segundos de silencio trascurren, antes que la orquesta toque la otra pieza que cantaría Rubén Blades. Desde el fondo del auditorio se escucha una voz. Es un activista ambiental. Con voz fuerte y valiente grita: Rubén Blades hipócrita, enemigo de la naturaleza, estas vendiendo el país, sus costas y playas. Dijo otras cosas más en diez segundos que tuvo para ello. Rubén en medio de la pieza que arrancó, intentó salir del apuro lavándose las manos, diciendo que allí él no estaba como ministro, sino como amigo de Rómulo y Ligia Castro (Administradora General de la Autoridad Nacional del Ambiente), insinuando con ello que no venía al caso lo que se le había dicho. El artista, a su vez, veía el tumulto y murmullo que se hacía al fondo de parte de los que defendían y de los que empujaban y arrastraban al activista como bicho raro hacia la parte externa de la sala.
La gente que desconoce las actuaciones de Rubén Blades, más allá del artista salsero con letras de denuncia política y social y de actor de Hollywood, no comprendían de qué se trataba o por qué de este grito directo hacia esta figura internacional. Sería un loco o un saboteador de un importante congreso organizado por el Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD) bajo la presidencia de Panamá? Ni lo uno, ni lo otro. El congreso ya había terminado formalmente. El activista simplemente aprovechó la ocasión que estaba reunida la crema y nata de los promotores ambientales del país y de otros países para poner en el tapete el triste y nefasto papel, hasta el momento, de Rubén Blades, el funcionario, en el tema ambiental. Otra cosa no se podía esperar de una voz activista, joven e intelectual de nuestro país. Es uno de los principales activistas ambientales de Panamá, que incluso ha actuado en problemas de connotación internacional como son las pruebas nucleares en el Pacífico Sur, el paso de barcos con carga de material radioactivo, la cacería de ballenas, etc.
Entonces si quien desenmascaró a Blades frente a la comunidad mesoamericana relacionada a áreas protegidas, a los tesoros naturales y el turismo sustentable, reunida en Panamá, se trata de un ciudadano crítico, lúcido y ejemplar de nuestra sociedad, bienvenida sea esta denuncia que desnuda al cantante y desenmascara al político en funciones, o sea, al Director General del Instituto Panameño de Turismo (IPAT), institución que es regentada por una perversa Junta Directiva, que no deja crecer el turismo de pequeñas y medianas empresas. En Panamá el gran negocio se planea para los grandes y no para la gente de Panamá. Lo único para lo que los panameños de abajo son útiles para el IPAT es para ser mano de obra barata, que compense “la inversión” de los magnates, que ante tal desprendimiento por su inversión en nuestro país, merecen que le regalemos el país y la mano de obra. Este entuerto, Rubén Blades debió cambiarlo desde el primer momento que llegó a este puesto y hasta ahora no lo ha hecho.
Siguiendo con lo ocurrido en el congreso, lo sucedido fue para muchos, el acto del activista ambiental fue un acto de irrespeto, de bochorno y de otros epítetos inquisidores. Para otros fue un acto de valor; para otros fue un acto de denuncia; en fin, para cada uno que fue testigo del hecho la valoración fue distinta y quizás tuvo un significado diferente en cada persona que vio o en el que lee este escrito. Lo más curioso y lamentable a la vez fue la actitud prepotente e inquisidora que asumió el funcionarato de la ANAM, especialmente los mandos medios y bajos, que sin ser los aludidos, no toleraron y trataron da acallar por la razón de la fuerza y no la fuerza de la razón el acto realizado por este magnífico activista ambiental. Lo que ellos no saben que para hacer lo que este ciudadano hizo, hace falta tener más que valentía, hace falta tener corazón y compromiso de patria. Paradójicamente Rubén cantó esta canción en el recinto y muchos quisieron minimizar lo anteriormente ocurrido congraciándose con él. Se levantaron y corearon la canción “patria”. De todos modos, ya la daga moral estaba clavada para el beneplácito que los que no somos hipócritas y auditamos la labor de nuestros gobernantes, al cual pagamos sus salarios.
Pero por qué Rubén Blades ha dejado de ser agradable para mucha gente lúcida de este país? Porque ha hecho de la letra de sus canciones reivindicadoras una mueca y eso se llama hipocresía. Hoy por hoy, todo parece indicar que Rubén en su afán de buscar guayabas para este país y quedar bien con su propio ego como el más grande ministro sin cartera jamás conocido en la historia de Panamá, está vendiendo, literalmente hablando, a Panamá.
Pedro Navaja, como indica su célebre canción, fue un simple hampón que robaba con puñal en mano a indefensos ciudadanos como la dama víctima en la letra de dicha canción. Hoy los “Pedro Navaja” deambulan por todos los ministerios y por el edificio de las Garzas, puñal en mano, pidiendo concesiones, exoneraciones y venta de los mejores sitios y paraísos de Panamá y ahora Rubén no dice nada. Mas bien parece estar maravillado de todo esto y se ha convertido en uno de los promotores oficiales de la venta y por ende, de la destrucción ecológica de nuestras islas en el Golfo de Panamá, de las costas e islas del Golfo de Montijo y del Golfo de Chiriquí. Incluso ha promovido la instauración de hoteles en la Comarca Kuna Yala, supuestamente con los permisos correspondientes de las autoridades tradicionales!. Qué pretende Rubén? Convertir en realidad la letra de su canción donde el indio Camilo Manrique murió a manos de su jefe, el mayoral en condiciones de esclavitud? Por suerte esta etnia Kuna no tienen un pelo de tontos y probablemente la jugada de Rubén no les afecte tanto como pudiera ser.
En fin, Rubén Blades ha hecho caso omiso de las denuncias de acaparamiento de las joyas de riqueza natural, paisajística y cultural de las islas de Bocas del Toro, donde viven pueblos afro-descendientes y Gnobes. Ha menospreciado a los ecologistas y sus posiciones y contrario al espíritu ambiental y patriótico, fue promotor, junto al Gabinete, de la Ley 2 del 7 de enero de 2006, que permite la venta, titulación y concesión a largo plazo de tierras insulares y costeras, donde los inversionistas casi no pagarán ningún impuesto. Todo esto conllevará la construcción de residenciales y copamiento de la capacidad de carga de nuestros archipiélagos y costas. El mal llamado “turismo residencial”, que Rubén promueve ha sido una pesadilla en los países que lo han auspiciado y Panamá es uno de los primeros países tropicales que ha incorporado en su legislación nacional el nocivo término. Para colmo, junto con la Autoridad Marítima también se promueve las concesiones del lecho marino con arrecifes coralinos, con tal de construir las marinas, atracaderos y muelles de los magnates usuarios o dueños de las islas y costas de Panamá.
Alguien pierde, alguien gana, como dice su canción “decisiones” y nosotros sabemos que perdemos todos los panameños, porque la experiencia aquí y acullá es “maestra vida”. A nosotros como ciudadanos, Rubén Blades nos tiene sorprendidos y se ha hecho realidad la frase “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”, ya que promueve inequidad social y despojo generacional “sin querer queriendo, queriendo” como el título de otras de sus canciones.
¿Qué te está pasando Camaleón? Camúflate de verde por lo menos.
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Ariel R. Rodríguez
1 de mayo de 2006
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