Instamos con behemencia a que seamos ciudadanos ejemplares en la defensa de la belleza, los valores paisajísticos y ecosistémicos de nuestras playas. Por favor cuando vamos a una playa llevemos una bolsas para recoger nuestra basura un poquito más de la que encuentran en el área. Tampoco permitamos edificaciones que se roban los espacioes públicos y la belleza escénica en la servidumbre de las playas, que afean y además, afectan el usufructo de un patrimonio común de todos los panameños: la playa.
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La basura más común encontrada en las playas del país son los plásticos (un 55%), le siguen el "foam", el hule, el vidrio, el papel, la madera y la tela. La situación resulta insostenible, especialmente en la provincia de Panamá, donde cada año se arrojan más de 70 mil libras de desechos a sus costas, sin contar las aguas negras, causando mal aspecto al paisaje.
No obstante, la capital panameña vive un contrasentido: "vende" su peor imagen en momentos picos del negocio de bienes y raíces. Sin embargo, los espectaculares precios que se están pagando por el metro de construcción en la Avenida Balboa contrasta con los elevadísimos niveles de contaminación de sus aguas. Y aunque los malos olores no se imprimen en las tarjetas postales de promociones turísticas, sí se graban para siempre en la memoria de los visitantes.
Fuente: Epasa, 6 sep. 2001
Para los que están invirtiendo en el sector, muchos de ellos extranjeros que buscan vista a la Bahía y la cercanía a las costas del Pacífico, la pregunta es: ¿Aguantará el negocio si seguimos acabando con la calidad de vida? Todos sabemos que no. No hay que ser un soñador ambientalista para advertir que si dañamos este valor agregado (costas y playas) el negocio fracasará o, por lo menos no prosperará.
La oleada de crecimiento urbanístico esta siendo acompañada por un peligroso proceso de degradación ambiental. La planificación urbana, que el sector vivienda (Ministerio y municipalidades) debió asegurar en el país para permitir un entorno ambiental aceptable para la vida citadina, ha quedado rezagada ante la celeridad de la expansión urbana.
Los panameños estamos advirtiendo ya la crítica contaminación por ruido, polvo, cemento, basura industrial, carga de materia orgánica en las aguas, que atentan contra la seguridad sanitaria de los capitalinos. Los desperdicios, la contaminación y el desordenado patrón de crecimiento urbano, tendrán un alto precio en calidad de vida. Empecemos por educar más y mejor, pero también en castigar severamente a los que contaminan y ensucian.
Fuente: Editorial, El Panamá América 23 de noviembre de 2006.
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