CONTRA LA ECOLOGÍA.
Nos están destruyendo Bocas
Eligio Binns --Alcalde de Bocas del Toro
Quienes hemos vivido siempre en Bocas del Toro confiábamos en que llegaría el día en que, en armonía con nuestra rica naturaleza, lograríamos niveles de desarrollo que nos permitieran vivir mejor. Lo que ha terminado llegando, no obstante, es un modelo que no solo destruye la incomparable riqueza natural, sino que amenaza con acabar con cualquier oportunidad de desarrollo sostenible para los bocatoreños y arrebatar a Panamá uno de sus lugares más valiosos ecológicamente.
Por años y años los bocatoreños convivimos con toda la riqueza natural del Archipiélago de Bocas del Toro, especialmente con uno de los principales recursos del país: el parque marino Isla Bastimentos. Se trata de un lugar muy importante para la anidación de las tortugas marinas, compuesto por numerosos islotes de manglar, corales y de fondos arenosos cubiertos por praderas de hierbas marinas. Podemos decir que nuestra riqueza conserva la mayor extensión de manglares caribeños del país, así como los arrecifes de coral mejor conservados.
No solo eso: cada año vienen más turistas a disfrutar de las bellezas de archipiélagos, dejando importante ingresos económicos producto de esta actividad.
Toda esta riqueza está en peligro. Desde hace alrededor de tres años y medio comenzaron a perpetrarse grandes proyectos de infraestructura con el llamado turismo residencial, inversionistas que compran grandes cantidades de terreno y que se dedican a la construcción de barriadas enormes para viviendas de alto valor. Se trata de una actividad más que nada constructora-urbanística de efectos cortos que riñe con las formas de turismo necesarias para lograr un desarrollo sostenible y conveniente para la población.
Este tipo de actividad se basa en la construcción de villas, campos de golf y marinas; tiene un mínimo componente hotelero, por lo que genera escasos empleos y sin embargo ocupa grandes extensiones de tierra. Estas infraestructuras representan serios peligros y amenazas para la posibilidad de que los bocatoreños alcancemos un desarrollo sostenible y competitivo de largo plazo debido a que precisamente esas posibilidades se basan en la riqueza de nuestros recursos naturales. Si esto sigue así, nadie va querer visitar Bocas de Toro si en lugar de encontrarse con en archipiélago vivo y diverso se topa con complejos residenciales, con una Miami mediocre.
En Bocas del Toro no tenemos un Canal, tampoco un centro bancario ni una Zona Libre. Lo único que tenemos es nuestra riqueza natural, la biodiversidad inigualable, el paisaje asombroso. Esa riqueza hasta ahora nos ha permitido vivir y en ella siempre hemos puesto nuestras esperanzas de un futuro mejor.
Desde la capital nos llegan noticias entusiastas sobre las grandes inversiones turísticas en Bocas del Toro. Se habla de millones y millones y de prosperidad por doquier. Falso. Falso porque en realidad se está promoviendo la construcción de enormes infraestructuras privadas con las cuales se está devastando severamente lo único que tenemos: la naturaleza.
Actualmente avanzan proyectos sobre miles de hectáreas de valiosa fauna y flora. Ya casi perdimos Isla Bastimentos; se proyectan más construcciones (densas viviendas) por doquier bajo la mirada del Gobierno que no es capaz de ver más allá de los empleos temporales que este desarrollo de barriadas genera; y mientras tanto los pueblos cada vez más sumergidos en la pobreza.
Nuestros padres y abuelos vivieron allí. Nosotros vivimos allí y nadie nos ha consultado, nadie nos ha preguntado cómo queremos desarrollarnos. Lo que nos está llegando en cambio son estos grandes enclaves en los que la gente no puede ni caminar.
¿Cómo es posible que cuando un panameño transita por una playa es amedrentado por sujetos armados? ¿Acaso somos ciudadanos no aceptables para caminar a través de un sitio que siempre ha sido nuestro? ¿Cómo es que ahora gente que siempre se ganó la vida del mar no se le permite bucear en ciertas áreas? ¿Será que los millones alcanzan para comprar cultura, herencia, vidas?
Que quede muy claro: no nos oponemos al desarrollo. Los bocatoreños aspiramos a desarrollarnos. Queremos solventar nuestros problemas sociales con un desarrollo bien orientado. Urge hacer un llamado de atención a los panameños: en Bocas del Toro las cosas no son color de rosa. Nos estamos quedando al margen de todo. El falso desarrollo está sembrando pobreza y desesperanza. Seguimos sin servicios básicos; nuestras carreteras están deterioradas, ni siquiera tenemos un médico especialista.
Lo que los bocatoreños proponemos es un desarrollo basado en turismo de naturaleza, que privilegie el establecimiento de eco-hoteles, de tal manera que no se dañe para siempre esta gran riqueza natural, parte importante y única de nuestro país. Este tipo de actividad, conocida como turismo puro, tiene efectos más duraderos sobre la producción bruta y el empleo, e implican una menor ocupación de territorio y de los recursos por lo que se reducen drásticamente los peligros de insostenibilidad tanto ambiental como económica.
En este sentido, estamos convencidos de la imperiosidad de diseñar y garantizar la implementación de un plan de ordenamiento territorial que nos asegure el desarrollo económico, la protección de la naturaleza, y nos permita mejorar la condición de vida de la población.
El autor es alcalde de Bocas del Toro (independiente)
La Prensa, 3 de agosto de 2006
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